En el momento en que dejamos
de querer saber lo que somos.
De comprenderlo,
descubrirlo,
convertirnos en ello
o llegar a serlo.
Una inmensa dicha
que todo lo abarca
y que no deja lugar
para su ausencia,
despierta espontáneamente.
Pero para abandonarnos
por completo,
antes hemos
tenido que intentar
averiguarlo con todas
nuestras fuerzas.
Pues quien ya está
aún no lo sabe.
Solo lo aprecia
quien regresa
después de haber
creido irse.