1938.- Sin par. (8 feb 2025)


Todos conocemos nuestra
verdadera naturaleza.

Porque todos sabemos
que estamos viviendo.

Pero no
la reconocemos.

Y si lo hacemos,
no la confirmamos como
nuestro verdadero hogar.

Por eso, nos identificamos
con la persona y el cuerpo.

Y los pensamientos
nos arrastran a vivir
en la incertidumbre
de un mundo
aparentemente objetivo
y real.

Cuando en realidad,
todo es solo
un juego de reflejos
y apariencias.

Cuyos estímulos constantes,
nos mantienen distraídos
de lo que
verdaderamente somos.

Plenitud sin mancha,
dicha eterna,
alegría sin objeto
y paz sin par.