Saber lo que somos,
ya sea que creamos
ser el cuerpo,
la persona, el alma,
el espíritu, dios,
el ser supremo o el vacío.
Nos impide serlo,
porque nos sitúa
en el sujeto
de ese conocimiento,
o en el objeto conocido
por el sujeto.
Y esto es la dualidad
del pensamiento.
Si abandonamos
el conocimiento
que de nosotros tenemos.
Inmediatamente,
el sujeto y el objeto
se funden en uno,
en lo que somos,
la no dualidad.
Esa es nuestra
verdadera naturaleza,
sin forma ni nombre.
Que sin embargo,
es pura plenitud,
paz y dicha.
Y desde donde
es posible vivir
felices sin más.