Cuando nos situamos
en el observador.
Nos desapegamos
de lo observado,
esto es, del cuerpo,
de los pensamientos
y de los objetos
de los sentidos.
Decimos entonces,
que somos la consciencia
de todo eso.
Y es mucho mejor
que creer ser la persona,
la mente o el cuerpo.
Pero la consciencia,
es aún un sujeto
que percibe los objetos.
Y por lo tanto, todavía
opera allí la dualidad.
Lo que se da cuenta
de la consciencia
de lo percibido,
no tiene sujeto.
Y su manifestación
es ella misma,
porque solo ella se
manifiesta en las
formas de todo.
Y es nuestra
verdadera naturaleza,
la plena capacidad vacía,
la no dualidad misma.
Desde donde es
perfectamente posible
vivir en permanente
dicha y paz.