1827.- Apareció.


La dualidad de la existencia
en la que vivimos,
se puede domar hasta conseguir
que todo encaje y cada gesto,
cada instante, cada cosa
y acontecimiento que suceda,
nos venga a sorprender
arrobados en el gozo de vivir.

Pero no es luchando,
esforzándonos o mediante
algún poder adquirido
que esto se logra,
sino abandonándonos
a la vida.

Un día apareció algo,
que en absoluto
me encajaba para nada,
pero en vez de rechazarlo
o salir corriendo de allí,
lo acepté.

Me tragué mis gustos
y disgustos,
no hice caso de ninguno
de los pensamientos
que me alertaban
de la tragedia inminente.

Y me dejé llevar,
en la confianza
de que si había aparecido,
era porque me correspondía
en ese momento.

Y así fue.

No hice nada
y me dejé ir.

Todo lo que era, se lo llevó,
lo arrastró poco a poco
causándome unas veces alivio
y otras miedo.

Hasta que todo encajó en un arreglo
que no es de mi creación
y que tampoco tengo que mantener,
porque igual que sin querer llegó,
se alimenta a sí mismo
sin mi intervención directa.

Ahora soy lo que soy
sin querer,
pero ya no sabría
decir qué es eso que soy,
porque me siento vivido,
fundido en algo
que sin ser está siendo.

Pensar y no pensar,
ir y venir, ser y no ser,
ya no hacen diferencia
en el gozo de vivir.