1796.- Nada.


La atención acude
a cualquier estímulo que la llame.

Y dependiendo de la afinidad
con nuestros contenidos psíquicos.

Reaccionamos a ellos
de una manera u otra
y quedamos atrapados
entre las consecuencias
de esas reacciones.

Que se suman
a nuestra historia personal.

Pero todos tenemos la capacidad
de manejar la atención voluntariamente,
para posarla o retirarla de donde queramos.

Y en ese manejo es en lo único que cabe
algún breve entrenamiento,
cuando hemos vivido durante tanto tiempo
siguiéndola pasivamente
sin decidir sus movimientos.

La atención debe permanecer en nada,
libre de ir y venir
sin quedarse atrapada allí donde acuda
y sin preferencias concretas.

Para lograrlo,
debemos renunciar también
a disfrutar de las enseñanzas de los maestros
y de las frases bonitas
que tanto consuelo nos aportan
en nuestro camino a la iluminación.

Porque eso supone depositar nuestra atención en ellas
para comprenderlas y procesarlas,
como si eso fuera mejor
que atender a las noticias en la televisión
o al recuerdo de aquél drama
vivido en la juventud.

Fuera con todo y la mente original
se ocupará sin esfuerzo alguno de la vida,
terminando con toda ansiedad e insatisfacción
en ese mismo momento.

Enfocamos entonces la atención
de nuevo donde sea
y dejamos que el pensamiento conceptual
comprenda y explique lo percibido
y la puerta de la ilusión
habrá sido abierta de nuevo.

Qué podemos esperar
encontrar en este proceso?

Nada.

Fijamos la atención
y lo que enfocamos aparece,
la retiramos
y lo que enfocaba desaparece.

Necesitamos realmente aprender,
practicar o lograr algo
que ahora nos falte,
para que eso sea así?

No.

Liberemos pues la atención
en este preciso momento
y dejémonos vivir por fin
en alegría, gozo y paz.