Estar atrapado
entre los pensamientos,
es como vivir con
una televisión encendida
que no pudiera apagarse.
Las imágenes y los sonidos
se reproducen ininterrumpidamente
y quitarles la atención,
no evita que los percibamos.
Pero si nos ponemos
a pensar en otra cosa,
entonces los nuevos pensamientos
cubren los estímulos de los anteriores
procedentes de la televisión
y no dejan sitio para nada más.
Por eso,
al principio nos concentramos
en la consciencia de ser,
que al ser el primer
pensamiento de la dualidad
y el origen de todos
los demás pensamientos,
actúa como tapón ante todos ellos.
Con el tiempo, la mente se calma
y queda como testigo de la experiencia,
lo que nos ayuda a darnos cuenta
de que no somos el cuerpo, ni la persona.
