Resulta que desde pequeños,
a todos se nos enseñó a crear
un mundo de pensamientos.
Y en él vivimos atrapados,
porque es la única
forma de vivir
que conocemos.
Sus reglas están adaptadas
para un personaje
que recorre el mundo
junto a otros
muchos semejantes
en busca de la felicidad.
Enfrentándose a mil dificultades
mientras crece,
envejece y al final muere.
Pocos llegamos a concebir
que este mundo de pensamientos
es una ilusión.
Y menos aún abandonamos
algunos, bastantes,
muchos o todos los pensamientos
como pilar y guía de nuestras vidas.
Para reconocer la espontaneidad,
la dicha y la paz
que en verdad todos somos.