Si no nos identificamos
con nada, no estableceremos
puntos de vista concretos.
Y no defendemos
nuestra posición
frente a la de otros.
Lo natural entonces
será la ausencia
de deseos y de apegos.
Y todo seguirá
su curso natural
sin necesidad
de que nos
involucremos con
el pensamiento más de lo
espontáneamente necesario.