Eso que llamamos ego
y que creemos que tenemos
que quitarnos de encima.
Es en realidad
una identidad ilusoria
que surge de la identificación
con el cuerpo.
Es la persona
que lleva nuestro nombre
y nuestra historia personal.
Nace y vive siguiendo
los pensamientos,
entre emociones
que provocan acciones.
Que a su vez generan
más y más consecuencias,
en busca de la felicidad.
En un ilusorio
mundo objetivo real
compartido por todos.
Mientras huye
del sufrimiento
y al final de su
tiempo de vida muere.
El espectador silencioso
de todo esto es la consciencia,
que nos libera de parte de este
error de identidad
cuando nos situamos en ella.
Pero que continúa
siendo parte
de la dualidad
del pensamiento.
Nuestra verdadera naturaleza
es lo que éramos antes, durante
y después de la vida del cuerpo.
El absoluto
que no sabe que es.