Pensamos en
un pequeño punto
y a su alrededor
se extiende el vacío.
Pensamos en una línea
y todo se divide
entre su izquierda
y su derecha.
Pensamos en un círculo
y algo queda dentro,
mientras el resto
se queda fuera.
No pensamos en nada
y todo espera en torno suyo,
abrazando esa nada.
Pensamos en todo
y la nada lo rodea,
penetra y resalta.
No pensamos,
y lo no pensado
se lleva consigo
al pensador.
Y en el vacío
que ambos dejan,
aparece la consciencia
de que solo
quedamos nosotros
en silencio, observando.
Y de pronto,
todo es nada.