Leyendo mi otro blog
sobre la iluminación suprema.
Me siento como paseando por el bosque
junto a ese buen montón de gente rara
y maravillosa que aparece en él.
Uno me habla del verdor
de las hojas de los árboles.
Otro del pardo oscuro
de las montañas lejanas.
Y alguno más,
se ha detenido allá atrás,
extasiado ante el trinar
de un pájaro saltarín.
Qué bonito suenan
el arroyo y la brisa,
moviendo las hojas
caídas entre las piedras
que vamos sorteando
ladera arriba.
Ignorando los siglos
entre nosotros,
bajo nuestros pies
la misma tierra.
Y sin importar nuestras
diversas procedencias,
sobre todos el mismo
inmenso cielo azul.
Nuestra verdadera
naturaleza original
es pura.