La felicidad es algo
distinto para cada uno.
Porque depende
de dónde nos digan
los pensamientos que está.
Y aunque por
el camino hacia ella,
disfrutemos de
algunas satisfacciones
y placeres pasajeros.
Como justa recompensa
a nuestro esfuerzo
y nuestra lucha.
La cercanía de la muerte,
lo tiñe inevitablemente todo
de un profundo gris oscuro
que acaba siempre en negro.
Pero la dicha y la paz
son lo que somos
y nos esperan siempre
donde estamos.
No la sentimos, porque andamos
siempre buscándola allá afuera.
A lomos de pensamientos,
que aunque parecen nuestros,
son ajenos e ilusorios.
Solo regresando
a la presencia que
verdaderamente somos
aquí, ahora y siempre.
Podemos gozar ya,
de la plenitud incomparable
de la dicha espontánea
y eterna, que es nuestra
verdadera naturaleza.