En realidad,
solo podemos señalar
que no somos la persona
del pensamiento
en el cuerpo
que creemos ser.
Y que nuestra verdadera
naturaleza debe ser otra.
Y que tenemos que
reconocerla cada uno
en nuestro interior,
por el camino
más afín a cada cuál.
Al margen de los pensamientos
que estamos acostumbrados
a entretener continuamente.
Y que nos
mantienen distraídos
de eso que
verdaderamente somos.
Haciéndonos padecer necesidad,
incertidumbre, insatisfacción
y angustia.
Entre breves momentos
de placer pasajero.
Cuando en realidad
somos la dicha,
la paz y la plenitud
perfectas.
En las que podemos
vivir permanentemente,
mientras el mundo
sigue su curso
espontáneo y natural.