Si alimentamos
un solo pensamiento,
sin dejar que las duda
y los demás
pensamientos interfieran,
lo percibiremos.
No importa
si el único pensamiento
que entretenemos es ser ricos,
tener una determinada
forma de vida,
reconocer nuestra
verdadera naturaleza
o ver a Dios.
Lo que percibimos,
es la mezcla
de todos los pensamientos
a los que solemos,
o solíamos prestar
atención al acaso.
Con todas sus
contradicciones,
negaciones y dudas.