En aquello que pensamos,
nos convertimos.
Somos entonces
aquello que hemos pensado.
Y es así,
porque lo que percibimos,
son directamente los conceptos
que conocemos.
Todo el universo
es solo pensamiento.
Y este pensamiento,
es común a todos.
Porque los límites que separan
nuestra aparente individualidad,
son ilusorios.
Es solo que abarcamos
la percepción de una parte
del total del cosmos.
Y a ese pequeño pedazo,
lo conocemos como
mi mundo y yo.