Si creemos ser personas,
somos también nuestra historia,
nuestros pensamientos
y nuestras acciones.
Por lo tanto,
solo nos queda
luchar por sobrevivir
en el mundo.
Cuando nos desidentificamos
de la persona y el cuerpo,
tampoco somos
los pensamientos.
Sin embargo,
sabemos que el mundo
es solo nuestro reflejo
y nosotros sus creadores.
Y reconocida nuestra
verdadera naturaleza,
el Absoluto se ocupa de todo.
Solo nos queda
gozar en plenitud.