Luchar por lograr
nuestros deseos
desde el pensamiento.
Es un juego que
nos puede producir
un placer pasajero
cuando logramos lo deseado
y mucha insatisfacción
cuando no.
Nuestro esfuerzo por
sostenerlo no puede cesar,
pero aún así, todo lo que
aparece dura un tiempo y
un día se va.
Por eso al jugarlo,
debemos tener bien claro
que en ningún caso
nos dará la felicidad
ni permanecerá con nosotros,
sino que solo nos aportará
nuevos estímulos
para nuestro entretenimiento.
Abandonarnos al devenir,
respondiendo espontáneamente
a las circunstancias,
sin seguir los pensamientos.
Nos reconduce el gozo y la paz
inherentes a nuestra
verdadera naturaleza.
En la que no hay
felicidad que falte,
todo es sencillamente lo que es
y fluye espontáneamente
en su propia perfección.