Es casi imposible e innecesario,
aportar algo más a lo que
las palabras de los maestros
ya señalan con claridad,
lo demás es cosa de cada cual.
Los pensamientos trenzan
una realidad subjetiva incierta
y a veces insatisfactoria
que nos atrapa.
Y de la que vivimos pendientes,
con la ilusión de decidir o controlar algo,
entre el cambio y la impermanencia
de los fenómenos de la existencia
y los estímulos
del pensamiento conceptual.
Mientras tanto,
la vida se va desenvolviendo
espontáneamente por sí misma
en total serenidad y gozo.
Algo que podemos comprobar,
solo con que dejemos
la atención en libertad
y todo a cargo
de la mente original.
Así de sencillo es y cada uno
debemos darnos cuenta de ello
en su momento y a nuestra manera.
Partiendo de donde creamos estar
y desentrañando las propias ideas,
conceptos y creencias particulares,
hasta desidentificarnos de todo
sin rechazar nada.
Y no confundir más
el personaje ilusorio
del pensamiento dualista,
con nuestra naturaleza original,
la no dualidad,
dejando que ambas se fundan
en el vacío fundamental
de la incesante percepción.