La introspección,
ha de iniciarse necesariamente
entre los pensamientos.
Buscamos lo que somos
y dejamos que el intelecto
nos dé respuesta tras respuesta,
hasta que ya no le queda
más que responder y se rinde.
Entonces, nos quedan
buscador y buscado
frente a frente,
sin ninguna explicación posible
que resuelva cómo uno,
puede parecer dos.
El par de opuestos fundamental
entra en tensión, e incapaz de crecer,
revienta deteniendo el pensamiento.
Es el satori,
el reconocimiento súbito y repentino
de nuestra verdadera naturaleza
y la mente original que toma el mando.
Solo queda alegría,
espontaneidad y ligereza.
Y todo ha sido hecho.