Quiénes somos?
Para responder,
damos nuestro género,
nuestro nombre y apellidos.
Decimos de dónde somos,
dónde nacimos,
la estatura, peso,
color de pelo, de ojos
y de piel de nuestro cuerpo.
Dónde vivimos,
nuestro estado civil,
qué hemos estudiado,
en qué trabajamos,
las aficiones y gustos
que tenemos.
Y tal vez,
qué buscamos en la vida
y cuáles son nuestros sueños.
Poco más.
Todas esas son características
que se condicionan unas a otras
y nos mantienen atrapados
en la persona que creemos ser.
Pero,
a quién definen?
Quién hay debajo o detrás
de todas esas características?
Yo.
Y ese yo desnudo de características
que lo definan,
está en todos.
Localizar el yo desnudo y vivir desde allí,
nos permite desidentificarnos
del personaje que ha ido adquiriendo
características distintivas
y que llamamos persona o ego.
Y conservar la calma y la paz
ante las experiencias
que nuestro personaje
atraviesa en la vida.
Asentados en el yo soy,
podemos intuir el vacío
de nuestra verdadera naturaleza.
Y dejarnos alegremente vivir
en la ilusión de la existencia,
sin ningún reparo o miedo
ante el devenir.