Parte de los
quehaceres del mundo
empezarían seguramente
siendo una necesidad
y parte un entretenimiento.
Pero les fuimos dando
tanta importancia
que nos absorben
por completo.
Y sus estímulos
sobrepasan en mucho
nuestra capacidad
de atenderlos.
Creando en nosotros
compromisos y obligaciones
que al final nos sepultan
en la insatisfacción.
De no poder vivir
como realmente
querríamos vivir.