Un día damos por
cierto y permanente
algo que creemos.
Y que como todo
en este mundo
es pasajero.
Le añadimos
un par de certezas
similares más.
Y sobre ellas
comenzamos a constuir
un muro que nos
mantiene atrapados.
En la falsa seguridad
de la estabilidad.
Aislados para siempre
del flujo continuo
y efímero que sin cesar
se sucede al otro lado
del muro.