Lo primero que se nos ocurre hacer
cuando queremos vivir plenamente
el momento presente, es concentrarnos
en él por completo hasta que nada más
que lo que esté ocurriendo exista.
Pero eso solo sería pensar en el presente,
algo que para el intelecto no es posible,
por lo que nos saca de nuestra concentración
enviándonos al pasado, al futuro
o a algún otro momento imaginado.
Retirar la atención del intelecto
sería la solución para vivir el presente,
pero sin la interpretación intelectual,
en tal presente no quedaría nada,
ni siquiera ese momento presente.
Y es que nada se detiene
para ser vivido,
ni hay ningún presente.
Solo un loco devenir
que sigue sus propias reglas.
