1271.- Manifiesto.

 
Los individuos seguimos reclamando nuestra libertad frente al marco dogmático de la ciencia que trata de impedir la creación de realidades distintas y nuevas con el intelecto. Como prueba de ello este artículo aparecido en prensa en junio de 2021 que no tiene desperdicio:
 
"En un descubrimiento que desafía el dogma de la biología, los investigadores han comprobado que las células de los mamíferos pueden convertir secuencias de ARN en ADN, según publican en la revista “Science Advances”. Las células contienen maquinaria que duplica el ADN en un nuevo conjunto que va a parar a una célula recién formada. Esa misma clase de máquinas, llamadas polimerasas, también construyen mensajes de ARN, que son como notas copiadas del repositorio central de recetas de ADN, para que puedan ser leídas más eficientemente en las proteínas. Pero se pensaba que las polimerasas sólo funcionaban en una dirección, de ADN a ARN. Esto impide que los mensajes de ARN vuelvan a escribirse en el recetario maestro del ADN genómico. Ahora, investigadores de la Universidad Thomas Jefferson, en Estados Unidos, aportan la primera prueba de que los segmentos de ARN pueden volver a escribirse en el ADN, lo que desafía potencialmente el dogma central de la biología y podría tener amplias implicaciones que afectan a muchos campos de la biología. Este hallazgo sugiere que los mensajes de ARN pueden utilizarse como plantillas para reparar o reescribir el ADN genómico."
 
Traduciéndolo a algo más comprensible, el repositorio central de recetas de ADN es el karma universal, la Consciencia Alaya, el Inconsciente Colectivo. El ARN son las fuerzas que percibimos traducidas por los contenidos de nuestro sistema vital y dirigidos por la atención, lo cual modifica la interpretación de los sucesos y nuestro ADN, que no es sino el conjunto original de características físicas básicas y de temperamento que se modifican según cambian los contenidos de nuestro sistema vital, a pesar del esfuerzo de los conservacionistas en que permanezcan siendo los mismos en cada individuo desde el nacimiento hasta la muerte. Decir que se creía que funcionaban en una sola dirección es que pensaban que una causa producía un efecto, pero no que un efecto producía también una causa y mucho menos que causa y efecto son lo mismo en un tiempo que es solo una ilusión.
 
El intelecto humano tiene la capacidad de hacer esto desde siempre. Modificarse a sí mismo para dar lugar a realidades perceptivas diferentes.  El karma no es nuestro, al dejar de prestar atención a algunas de sus tendencias y adoptar otras, reescribimos el ADN y podemos percibir partes del karma distintas que pueden modificar sin límite nuestra percepción de nosotros, del mundo y de la vida que vivimos. 
 
La ciencia oficial actual cercenó nuestra inteligencia con sus dogmas estrechos impuestos socialmente. Afortunadamente siempre hay alguien que se los salta, como hizo Katalin Karicó gracias a quien fueron posibles entre otras cosas las vacunas contra la Covid-19 con ARN-mensajero que introducen las instrucciones para combatir el virus en nuestro ADN, frente a las tradicionales que nos inoculan partes del virus o virus desconectados para que nuestro organismo aprenda a defenderse de él y esté preparado si llega la infección real. Otras gentes de mentalidad estrecha aún bloquean los experimentos transgénicos que permitirían seleccionar el karma a voluntad sin tener que padecer uno estable de por vida causándonos dolor, sufrimiento, enfermedad y muerte dentro de un despiadado e inhumano sistema capitalista de consumo, alegando que cambiar el ADN de forma permanente para corregir enfermedades es una alteración genética de consecuencias insospechadas que ya produjo mutaciones letales en el pasado y que debe ser prohibida en seres humanos ante las dudas sobre quién y para qué podría usarse este conocimiento. Sin embargo, el uso de ARN para introducir información en el ADN no tiene nada que ver con esto y podría eliminar de nuestras vidas rasgos como la violencia en todas sus variantes.
 
Dejo terminar el artículo: "El ARN es una molécula sin la que no podría existir la vida en la Tierra. Es el mensajero encargado de entrar en el núcleo de nuestras células, leer la información que contiene nuestro libro de instrucciones genético, el ADN y salir con la receta para producir todas las proteínas que necesitamos para movernos, ver, respirar, reproducirnos, vivir. Karikó usa las células del propio enfermo para que fabriquen la proteína que le cure inyectándole un pequeño mensaje de ARN, el cual tiene la misma composición que el que fabricamos nosotros mismos en nuestras propias células, algo completamente natural que se hace a partir de nucleótidos de plantas sin usar células de ningún animal, ni bacterias, ni nada extraño.”
 
Esperemos que las vacunas contra la Covid-19 de Pfizer, Moderna y Curevac abran por fin un camino tan prometedor como desconocido para la inteligencia del ser humano.