No siempre permitimos
nosotros la acción.
No siempre la decidimos
o consentimos en dejarnos
llevar a actuar.
A veces la vida misma,
como recipiente que fuera
poco a poco llenándose de agua,
de repente un día rebosa.
Y al derramarse
acontece ante nosotros
lo que reclamará tal vez
nuestra inevitable reacción.