199.- Un sombrero azul.



Convertimos la vida en un 'cargarse',
un 'guardar', un 'acaparar',
un 'lograr', un 'poseer', 
un 'tener', un 'aparentar',
y nos olvidamos de simplemente ser.


He querido recordar
la frase final de Karl Marx,
construyendo un canto
previo a la liberación
y el regreso al gozo del origen.




Es mi historia inventada,
pero posible,
de alguien que un día
tiene un contratiempo
en su feliz y exitosa vida
de triunfador social
y todo empieza a cambiar para él.

Pierde su negocio, se arruina,
pierde sus posesiones,
pierde el orgullo, pierde a su familia,
pierde su casa, pierde a sus amigos,
pierde la autoestima
y al final conoce el rechazo.

Entonces le abandonan sus principios
y caminando,
va dejando atrás sus creencias,
sabiendo de penurias
y perdiendo hasta el hambre.

Refugiado en un granero,
malvive desde hace tiempo
sumido en sus propios pensamientos
y sentimientos de culpa,
ira, rencor, frustración, derrota,
humillación y venganza,
 únicos compañeros de su soledad
y su desdicha.

Y entonces,
una noche la pequeña vela
incendia el granero
 y le obliga a salir precipitadamente
dejando allí lo poco que tiene:
una manta, un cazo sucio,
sus zapatos de marca,
un retrato antiguo, un lápiz,
una bolsa de plástico rota,
 algunos documentos,
un par de billetes de 10,
y un sombrero azul.

Acostado sobre la tierra a cielo raso,
entre la paz del extraño
silencio de sus pensamientos,
abre por fin los ojos y se dice:
"El granero se ha quemado;
ahora puedo ver la luna."