976.- Igual.




Una cosa no tiene
por qué ser
más importante
que otra.

Ni unas gentes
tienen por qué ser
menos que las demás.

A veces es así,
pero puede que otras
sencillamente sea diferente.

No es lo mismo
si lo miramos desde aquí,
que si lo miramos
desde más allá.

Puede que sí
y puede también que no,
y a veces las dos cosas
al mismo tiempo.

Nada es definitivo
y que algo haya sido así
desde siempre,
no es garantía
de que nos vaya
a hacer felices
una vez más.

Ninguna nube
es igual a otra.

El humo nunca sube
haciendo las mismas figuras.

El agua dibuja
interminables ausencias
cuando se retira al mar
desde la orilla
y nunca jamás
son las mismas.

Por qué entonces
yo tendría que ser
siempre igual?

El mismo sujeto,
coherente,
acertado,
fiel a mis gustos,
a mi origen,
a mi pasado,
a mis opiniones,
a mis desvaríos,
a mis principios,
creencias y cariños.

No,
yo solo puedo ser fiel a mi mismo,
a ese vacío que da sentido
a este sentimiento de alegría
que me embarga y que me guía
al encuentro de quien nunca he sido.

Una vez que nos soltamos,
nada podrá agarrarnos ya jamás
y en eso estriba el secreto y la chispa,
en el algarabío del corazón que,
asomado al balcón de lo incierto,
siente oscilar su vida entre aquí y allá,
y disfruta flotando entre los dos
sin dejarse llevar por ninguno.