Uno cree que descubrir quien uno es
y alcanzar la iluminación suprema
es lo máximo y lo más placentero
y alcanzar la iluminación suprema
es lo máximo y lo más placentero
que uno puede lograr en la vida,
hasta que la alcanza.
Porque durante un tiempo
está muy bien eso
está muy bien eso
de que todo ocupe su lugar
y no haya tensiones,
y no haya tensiones,
ni insatisfacciones,
ni deseos.
ni deseos.
Pero un día
se revuelven los pensamientos
se revuelven los pensamientos
y uno se sorprende
añorando la vida que tuvo,
añorando la vida que tuvo,
queriendo regresar a quien uno fue
y a las cosas como eran,
tan normales, tan asombrosas,
tan corrientes y verdaderas
y ciertas y reales.
y ciertas y reales.
Y no se puede.
Ya nada es como era
aunque uno a veces diera
aunque uno a veces diera
cualquier cosa por que lo fuera.
Y es que vivir es estar dormido,
perdido, ausente de uno mismo,
absorto en imaginaciones,
pensamientos y conceptos,
mientras uno odia, ama, llora, ríe,
salta, corre, grita y sufre
los vaivenes del destino buscando
un alivio inexistente
entre pensamientos baldíos,
absorto en imaginaciones,
pensamientos y conceptos,
mientras uno odia, ama, llora, ríe,
salta, corre, grita y sufre
los vaivenes del destino buscando
un alivio inexistente
entre pensamientos baldíos,
a bordo de las propias carnes mortales
que se van deteriorando poco a poco,
como todo lo demás que compone
el sueño de la existencia.
el sueño de la existencia.
Un dormido puede despertar,
pero un despierto queda condenado
a no dormir ya jamás.