Vivimos creyendo ser personas,
continuamente atareados
de aquí para allá
con un montón
de cosas por hacer.
Problemas por resolver
hacia un futuro incierto,
desde un pasado
que nos condiciona
y que ya
no podemos cambiar.
Pendientes permanentemente
de los pensamientos,
que se reproducen
en cadena sin cesar.
Esa forma de vida pensada
no tiene solución,
siempre hay un capítulo más,
donde parte de lo que
ocurre es imprevisible
y jamás encontramos
la felicidad, ni la paz
que todos anhelamos.
La única solución definitiva
es averiguar lo que somos,
que implica darnos cuenta
de lo que no somos
y dejar que simplemente
todo ocupe su lugar natural.
Con lo que prevalecen
espontáneamente y sin quererlo,
la dicha, la plenitud y la paz.
