Nos dicen que nos engendraron,
que nacimos, que hemos estado
dormidos cuando nos despertamos.
Y por lo visto, en algún momento
otros verán que estaremos muertos.
Pero en realidad, nosotros comenzamos
a tener consciencia de pequeños.
Desconocemos lo que ocurre
en nuestro entorno mientras dormimos.
Y parece que al final perderemos
esta consciencia antes de morir.
Y eso es
lo que somos.
Lo que ocurre es que como consciencia
nos identificamos con el cuerpo,
con la mente, con la personalidad,
con los recuerdos,
con los pensamientos
y hasta con los sueños.
Pero todo eso son agregados
a nuestra consciencia original
y no tenemos por qué
limitarnos creyendo serlos.
Por otra parte, hay quien se pregunta
qué somos durante el sueño profundo
que cursa sin consciencia, sin mente,
sin cuerpo y hasta sin sueños.
Y llega a la conclusión
de que en esos momentos,
somos lo mismo
que somos antes de nacer
y después de morir.
Y como no podemos ser
dos cosas distintas,
debemos serlo también
durante la vigilia
y los sueños en vida del cuerpo.
Pero todo esto son intuiciones
más o menos profundas,
que nos liberan
de la persistente sensación.
De que en realidad no ha habido,
no hay, ni habrá nunca nada.
Y que esa, es la verdadera
naturaleza de todo.