Quien se acerca
a las enseñanzas
de los maestros,
no entiende nada.
Poco a poco,
vamos comprendiendo
y haciendo nuestras
sus indicaciones.
Entonces,
nuestro estado de ser
empieza a corresponder
con lo que nos dicen.
Pero según avanzamos,
vamos encontrando
que nuestras
nuevas comprensiones
ya estaban allí escritas,
aunque no éramos
conscientes de ello.
Finalmente,
nuestra naturaleza brilla.
Y en las palabras
de los maestros,
comprobamos que
desde un principio
solo nos habían
hablado de ella.