El pensamiento,
nos da la oportunidad
de crear nuestro
propio personaje
para andar por el mundo.
Pero cuando tomamos
consciencia de él,
ya nos lo encontramos
medio configurado.
Y dejamos que siga
creciendo automáticamente,
poniéndonos a su merced.
Menos mal que
la gran mayoría
de sus características,
hábitos, creencias,
gustos y temores,
se pueden desmontar
y substituir por otros,
solo hemos de intentarlo
e insistir.
Lo fundamental para ello,
es darnos cuenta
de que ese es nuestro
personaje en el mundo,
pero que no es todo lo que
nosotros somos.
Así podemos crearlo
y recrearlo a voluntad,
sin por ello nacer,
vivir y morir con él.