Todos somos
magos maravillosos.
Que convertimos
aquellos pensamientos
y conceptos que aceptamos
como creencias.
En algo que percibimos
como un mundo externo.
Donde nuestro personaje
está también presente
en el cuerpo,
e interactúa como parte
de nuestra propia creación.
Pero lo hemos
olvidado.
Por eso,
creemos ser el personaje.
Y damos por sentado
un mundo objetivo
ajeno a nosotros.
En cuya formación
no tenemos nada que ver.
Reconocer nuestra
verdadera naturaleza,
es resolver este dramático error.
Y volver a ser el Dios a cargo
de la Creación del Universo,
que nunca hemos dejado de ser.