Todo es lo que es
desde siempre.
Pero nos mantenemos ausentes,
debido a nuestro apego a consumir
los estímulos ilusorios
que nos presenta el pensamiento.
Y al hábito adquirido,
de permanecer
atentos a cada uno
de sus movimientos.
Cuando los pensamientos
dejan de tener la importancia que tienen
para la mayoría de nosotros.
La mente original se hace cargo,
y todo vuelve a encajar
por sí mismo,
siendo lo que es.