El intelecto necesita
conceptualizar una situación
para concebirla
y poder tratar de explicarla.
Pero cualquier explicación
que desarrolle ha de ser
necesariamente en respuesta
al concepto que
previamente ha elaborado.
Y mientras tanto
la situación en sí misma
sigue adelante al margen
del intelecto.
Y su universo plagado
de conceptos, nombres
y explicaciones.