Son innecesarias
esas teorías
que nos previenen
de pagar karma ajeno.
El karma no es nuestro,
no es de nadie.
El karma no es personal
ni se nos pega
a nuestro pesar.
Son fuerzas que,
buscando su reposo,
toman la forma
que estúpidamente
llamamos nosotros.
Cuando no hay
más nosotros
que la forma
de lo que no la tiene.