Nuestra vida es como es
gracias a los hábitos.
Comportamientos automáticos
que adquirimos en su día
mediante la repetición.
Y que ya no recordamos
cuánto esfuerzo
nos costó perfeccionar.
Algunos son hábitos básicos
que tienen que ver con
las necesidades de cobijo,
alimentación y relaciones
y que compartimos en grupo.
Otros son hábitos principales
que tratan con nuestras actividades
cíclicas diarias, semanales,
mensuales o anuales y que
nos diferencian un poco más
a unos de otros.
Los hábitos que abarcan
nuestras aficiones
nos hacen diferentes.
Y los que gobiernan
nuestros pensamientos,
sentimientos y acciones
nos hacen únicos.
Pero todos son hábitos
de comportamiento
que se pueden modificar,
cambiar y sustituir.
Dando lugar a arreglos nuevos
que en todo caso identificaremos
con nuestras vidas.
Entre todos ellos queda
un pequeño hueco
para la espontaneidad.
Que sin embargo suele
ser cubierto por las reacciones
automáticas a situaciones parecidas.
Que impulsa nuestro sistema vital
de interpretación dependiente
de nuestra concepción del mundo.
Adquirida gracias a la descripción
que nos hicieron al principio
y continuamente nos hacen
y hacemos de él.
