Alguien se corta o tiñe un día el pelo
y nuestro intelecto bulle con opiniones
y juicios fruto de la sorpresa
que supone romper al verlo
con lo ya establecido y cambiar.
Pero apenas han pasado unas horas
y el nuevo aspecto de ese pelo ha sido
completamente asumido como normal.
Vivimos atrapados en lo conocido
pretendiendo que perdure para siempre.
Intentando sin posibilidad alguna de éxito
que nada cambie y todo siga igual.
