Y buscando la felicidad se topó
con lo que llamó sufrimiento,
con lo que llamó sufrimiento,
una especie de insatisfacción permanente
que cubría tanto los momentos de placer
como los de dolor,
que cubría tanto los momentos de placer
como los de dolor,
que pasaban raudos sin dejar
más rastro que su recuerdo
más rastro que su recuerdo
y el deseo inútil de huir de la oscuridad
para vivir en la luz para siempre.
Y un día se dio cuenta
de que quien sufría en él,
no era él,
de que quien sufría en él,
no era él,
sino un recuerdo de todo lo acontecido
y una proyección de lo por acontecer
y lo llamó ego.
y lo llamó ego.
Pero aquí,
en este momento inexistente
en este momento inexistente
por imposible de sujetar y parar,
experimentó que no había nada ni nadie
que no fuera un único acontecimiento
inalterable, natural y espontáneo,
en el que nada sobraba,
inalterable, natural y espontáneo,
en el que nada sobraba,
ni nada faltaba
y lo identificó con la perfección
y lo identificó con la perfección
de nuestra naturaleza original.
Y entonces se percató
de que nada sentía
de que nada sentía
y llamó a eso bienaventuranza y gozo.
Y lo vivió como extinción
del proceso del nacimiento,
del proceso del nacimiento,
la vida,
la enfermedad,
la vejez y la muerte.
la enfermedad,
la vejez y la muerte.
Y lo llamó nirvana.