Nos miramos hasta lo más profundo
y perdiendo el miedo
a ese aparente vacío,
nos reconocemos.
y perdiendo el miedo
a ese aparente vacío,
nos reconocemos.
Entonces miramos a nuestro alrededor
y vemos lo mismo en cada uno
de nuestros semejantes.
Y es que para nosotros ya no hay personas,
porque aunque ellos crean que son diferentes,
nosotros ya sabemos que en esencia no lo son.
Y entonces empezamos a fingir un alguien en nosotros
que pueda relacionarse con los demás,
pero nos cuesta sujetar la coherencia.
Y nos sorprendemos compuestos
por disonancias, contradicciones,
opuestos y absurdos.
por disonancias, contradicciones,
opuestos y absurdos.
Nada dura en nosotros lo suficiente
como para echar raíces
y vamos por ahí un tanto despreocupados
y siempre alegres y receptivos.
Sabemos que la fuerza que encarnamos
y que nos da la vida
se aflojará en algún momento
y el sueño terminará.
Pero entre tanto,
sin expectativas claras
nos mezclamos con todos
y giramos con ellos mientras bailamos.
Y en nuestro rostro
se adivina una leve sonrisa.
se adivina una leve sonrisa.