960.- Leve.




Nos miramos hasta lo más profundo
y perdiendo el miedo
a ese aparente vacío,
nos reconocemos.

Entonces miramos a nuestro alrededor
y vemos lo mismo en cada uno
de nuestros semejantes.

Y es que para nosotros ya no hay personas,
porque aunque ellos crean que son diferentes,
nosotros ya sabemos que en esencia no lo son.

Y entonces empezamos a fingir un alguien en nosotros
que pueda relacionarse con los demás,
pero nos cuesta sujetar la coherencia.

Y nos sorprendemos compuestos
por disonancias, contradicciones,
opuestos  y absurdos.

Nada dura en nosotros lo suficiente
como para echar raíces
y vamos por ahí un tanto despreocupados
y siempre alegres y receptivos.

Sabemos que la fuerza que encarnamos
y que nos da la vida
se aflojará en algún momento
y el sueño terminará.

Pero entre tanto,
sin expectativas claras
nos mezclamos con todos
y giramos con ellos mientras bailamos.

Y en nuestro rostro
se adivina una leve sonrisa.