La vida nos invita siempre a fluir.
Pero no a fluir con ella,
pues a veces eso nos causa
un dolor insoportable
o una ansiedad sin límite.
Sino a fluir como parte de
la vida misma
abandonando alegremente
cualquier posición particular,
cualquier creencia fija,
cualquier estado de ser
permanente o duradero.
Hasta que nosotros
y nuestra vida
queden fundidos
en un solo fluir.