Si alimentamos demasiado
a nuestro personaje,
a nuestro personaje,
a estas alturas ya se habrá hecho
dueño de nuestra vida.
dueño de nuestra vida.
Relegándonos al rincón
desde el que padecemos
desde el que padecemos
la incapacidad de ser
quienes realmente somos.
quienes realmente somos.