Desde pequeños
nos incitan a conocer,
a tener, a mejorar,
a destacar, a ganar, a triunfar.
Como consecuencia de esto,
a lo largo de la vida
tenemos que aprender
a aceptar el desconocer,
el carecer, el empeorar,
el ser ignorados, el perder
y el fracasar.
Y es que la vida es toda la vida,
no solamente un trozo.
Comprender que todo
lleva consigo a su opuesto
y que necesariamente
ambos tienen que existir,
nos hace vivir de otra manera,
de una forma más total.
No se trata de buscar
lo positivo huyendo
permanentemente
de lo negativo,
sino de reconocer
los pares de opuestos en todo
y de vivir su alternancia
con intensidad.
Tal vez la clave
no esté en lo que hacemos,
pensamos o sentimos,
sino en lo que somos.
nos incitan a conocer,
a tener, a mejorar,
a destacar, a ganar, a triunfar.
Como consecuencia de esto,
a lo largo de la vida
tenemos que aprender
a aceptar el desconocer,
el carecer, el empeorar,
el ser ignorados, el perder
y el fracasar.
Y es que la vida es toda la vida,
no solamente un trozo.
Comprender que todo
lleva consigo a su opuesto
y que necesariamente
ambos tienen que existir,
nos hace vivir de otra manera,
de una forma más total.
No se trata de buscar
lo positivo huyendo
permanentemente
de lo negativo,
sino de reconocer
los pares de opuestos en todo
y de vivir su alternancia
con intensidad.
Tal vez la clave
no esté en lo que hacemos,
pensamos o sentimos,
sino en lo que somos.