196.- La trinchera.



Si no sólo defiendo mis ideas,
sino que además me atrinchero
en mis creencias.

Es posible que la vida
haya estado pasando sin mi,
sin que me diera ni cuenta.

Por qué no puedo levantarme,
sacudirme el polvo
y dejar que corra el aire?

Eso no es traicionarme
a mí mismo,
sino recordar
quien siempre he sido.

Cualquiera sabe entonces las vivencias
que pueden estar esperándome
allá afuera.