Somos niñas y niños
agazapados en cuerpos adultos,
agazapados en cuerpos adultos,
buscando una seguridad
que no existe en esta vida.
que no existe en esta vida.
Mejor seguir persiguiendo aquella estrella
que brillaba más que ninguna
y que quisimos alcanzar
aquél día de la infancia,
aquél día de la infancia,
caminando descalzos sobre las nubes.
Si vivimos la vida de otro,
nunca viviremos la nuestra.
nunca viviremos la nuestra.
El miedo desaparece a la mitad de la caída
y las alas para remontar el vuelo nos salen
cuando apenas quedan unos centímetros
para estrellarnos contra el suelo.
Entonces el aire nos eleva
y al mirar hacia el frente,
vemos nuestra estrella.
Hagamos que merezca la pena vivir.