924.- La estrella.



Somos niñas y niños
agazapados en cuerpos adultos,
buscando una seguridad
que no existe en esta vida.

Mejor seguir persiguiendo aquella estrella
que brillaba más que ninguna
y que quisimos alcanzar
aquél día de la infancia,
caminando descalzos sobre las nubes.

Si vivimos la vida de otro,
nunca viviremos la nuestra.

El miedo desaparece a la mitad de la caída
y las alas para remontar el vuelo nos salen
cuando apenas quedan unos centímetros
para estrellarnos contra el suelo.

Entonces el aire nos eleva
y al mirar hacia el frente,
vemos nuestra estrella.

Hagamos que merezca la pena vivir.