Te imaginas ir caminando por ahí
sin nada en la cabeza,
sin nada en la cabeza,
ni pensamientos, ni recuerdos,
ni imágenes o voces?
ni imágenes o voces?
Consciente de la sensación
de la brisa en el rostro,
de la brisa en el rostro,
el movimiento del cuerpo
y todo tu alrededor a la vez,
y todo tu alrededor a la vez,
sin que nada atrape tu atención?
Qué gozada; qué plenitud.
Sin embargo,
creyendo que este estado vacío es inútil,
creyendo que este estado vacío es inútil,
buscamos voluntariamente los pensamientos
y algo que hacer con algún propósito definido
para sentirnos útiles.
Así nos encadenamos de nuevo a la vida
en el mundo subjetivo e ilusorio del intelecto
y quedamos atrapados por el deseo,
la insatisfacción
la insatisfacción
y los estados de ser impermanentes
en los que se transforma sin cesar
el vacío del que todo procede.