675.- A ras.



En vez de seguir intentando inútilmente
ordenar los trozos del mundo y de nuestra vida
de una manera satisfactoria
y duradera para nosotros,
por qué no recordamos mejor que esos pedazos
son parte indisoluble de lo que somos?

Si nos abandonáramos sin certezas,
sin seguridades, sin miedos,
sin apegos, sin deseos, sin nada,
como si hubiéramos ya fallecido,
los trozos mismos cobrarían su sentido.

Aunque siguiéramos sin entender nada,
nuestra boca dibujaría una media sonrisa
y entonces el cielo se detendría en su caída
justo a ras del mar.