Solo con que
nos quedemos quietos,
la mente original
toma el mando.
Eso no significa
que antes estuviera
apagada o desaparecida.
Sino que estábamos
ocupados en perseguir
los estímulos sensoriales
y los pensamientos.
Que forman la ilusión
de la existencia
subjetiva individual.
En muchos momentos del día,
se libera nuestra atención
de estos estímulos.
Cuando quedamos
a la expectativa de algo,
o simplemente
entre dos pensamientos
que parecen unidos en cadena.
En esos instantes,
la mente original prevalece,
pero no nos damos cuenta.
Y esta es precisamente
la clave del tema.
Darnos cuenta
del funcionamiento
natural y espontáneo
de la mente original.
La consciencia universal
que se ocupa de todo
sin necesidad
de los pensamientos
y su mundo impermanente
y en perpetuo cambio.
Donde atravesamos
la falta de felicidad
y al final la muerte.
Y esto es así,
porque todo lo percibido
no es más
que la consciencia misma.
Una vez asentados en ella,
no es difícil intuir
nuestra verdadera naturaleza.
