1811.- Fantasía.


La vida entera es una fantasía
que vivimos en primera persona.

Ya sea desde el ego o desde dios,
todo es una ilusión sin fin,
donde es imposible encontrar algo estable
a lo que agarrarse.

Darnos cuenta de que no somos
la persona que lleva nuestro nombre,
nos permite desidentificarnos de ella
y vivir de una manera más satisfactoria.

Sustituyendo los rasgos
y las situaciones que nos dañan,
por actitudes más flexibles y conciliadoras.

No hace falta acabar con el ego,
ni pasarnos la vida sentados en meditación
o enrollados en una sábana mirando al cielo.

Para dejar a la vida hacer
y fundirnos con su fluir disfrutando así
de las sencillas maravillas de la existencia.

La clave es no dejar
que los pensamientos nos absorban,
para que la mente original
vuelva a funcionar libremente.

Superada la desconfianza
y el temor de distanciarnos
del mensaje de los pensamientos.

La ilusión deja de ser un territorio de lucha
para convertirse en un paseo espontáneo
por el devenir.

No todos buscamos la iluminación suprema,
pero solo con poder manejar
nuestro personaje
en vez de dejarnos arrastrar
por el pensamiento sin más,
ya suavizamos casi todas las asperezas
de la existencia.